domingo, 21 de octubre de 2007

La tecnología y nuestras costumbres.


Miguel Muñoz Villegas
Pedagogía en Educación General Básica, Campus Zapallar-Curicó

Quisiera comenzar volviendo atrás en el tiempo, cuando los juegos infantiles eran principalmente actividades de grupo y de interacción directa, acostumbrábamos a escribir cartas de amor a nuestra persona amada, si viajábamos en automóvil por la carretera la entretención era a nivel de grupo familiar, con cantos como el "vamos llegando, chuvay chuvay"…

Los tiempos cambian y como todo evoluciona, los juegos infantiles que antes eran grupales, hoy han sido reemplazados por la individualidad de los juegos electrónicos; la carta de Amor con nuestro puño y letra que alegraba el corazón del destinatario, hoy se traduce en el veloz y frío correo electrónico; reproductores musicales, televisores y juegos de video portátiles han silenciado el viaje que antiguamente se acortaba como ya dije, con entretención familiar.


Cierto es que cada nuevo producto de la tecnología puede aportar inmensas ventajas: satisfacen necesidades en cualquier tiempo y lugar, con gran velocidad; sin embargo nos condicionan a un cambio radical en nuestra forma de vivir, pues han desarrollado en nosotros nuevas formas de comunicación, las cuáles se dan desde la interacción silenciosa, mediante un teclado o una palanca de juego de video electrónico.

Nuestra principal característica como seres sociales que somos, es la necesidad de comunicación, de compartir, de conversar persona a persona, de sentir que somos escuchados, y en ese sentido la tecnología influye en la desconexión con los demás y con nosotros mismos.

Sin duda existe un universo de distancia entre un consejo por el internet y otro en el cual se puede mirar a los ojos y agradecer con un apretón de manos o un abrazo calido. Estas nuevas formas de comunicarnos nos han transformado en seres silenciosos, que se comunican desde un teclado de computador.

Aunque la tecnología tiene una importancia fundamental, es lamentable que actualmente la vida la estemos viviendo frente a una pantalla, inclusive con las relaciones interpersonales. Esto silencia a la familia y a la responsabilidad social.

No impongo mi pensamiento, sólo recuerdo tiempos de antaño y reflexiono sobre la moderna esclavitud que nosotros hemos aceptado. Es algo así como vivir una cultura del silencio.

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