domingo, 21 de octubre de 2007

Psicomotricidad y Educación Infantil.


Marcelo Valdés Arriagada
Docente del área de Educación – UDM Sede Talca

"¿Hasta cuándo vas a seguir moviéndote?" "¡deja de correr!" "¡quédate tranquilo!"... son frases que muchas veces se escuchan en el entorno educativo. Inicialmente, podemos indicar que el movimiento, como concepto pedagógico, debe ser entendido como un medio facilitador de aprendizajes. De igual manera debemos comprender que los niños se mueven por satisfacer la necesidad orgánica de sentir placer sensoriomotriz, el cual es un estímulo propioceptivo que relaciona el movimiento con sensaciones corporales que provocan agrado. El columpio, resbalín, balancín, los giros y las rodadas son juegos habituales en los niños, y que generan en ellos sensaciones placenteras.

La Psicomotricidad da la oportunidad de proponer una dinámica de intervención psicopedagógica más abierta y significativa para los niños, utilizando el placer sensoriomotriz en la generación de aprendizajes significativos. Además, el movimiento propicia el trabajo cooperativo, la interacción con el entorno y la conformación de una autoestima positiva. En Francia, por ejemplo, todos los niños asisten regularmente a centros de intervención psicomotriz públicos, los cuales tienen como propósito colaborar con el sistema educativo formal.

Desde la perspectiva educacional, la psicomotricidad permite que los docentes propongan al niño interactuar y relacionarse con el medio, asociando el movimiento a lo lúdico, permitiendo reforzar los diferentes aprendizajes adquiridos a partir del juego con los demás. En tal sentido, se logra que los procesos formativos a nivel escolar sean más creativos y significativos. Así entendida, la psicomotricidad ya no hace hincapié en el desarrollo de las conductas motrices, sino que aborda al niño desde un enfoque global, basado en el juego y el movimiento creativo.

Finalmente, podemos decir que la psicomotricidad se fundamenta en conceptos claves como el desarrollo formativo global y la expresividad psicomotriz. Estos elementos se potencian al contar con un espacio y un material específico (sala de psicomotricidad). El niño descubre el mundo a través de la acción sobre su cuerpo, sobre los objetos y sobre los otros, relacionándose en una forma particular con éstos, por lo que su expresividad psicomotriz se ve cargada de ellos. El niño aprehende el mundo, toma de él los elementos significativos y elabora internamente las estructuras cognitivas, afectivas y motrices necesarias para sustentar los futuros aprendizajes “escolares”. El movimiento, entonces, ya no es un acto puramente mecánico, molesto para el adulto, sino que es la expresión directa de aquellos elementos esenciales y significativos del niño.

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